http://www.lanacion.com.ar/1488272-videla-fue-condenado-a-50-anos-de-prision-por-el-robo-de-bebes
Hoy, a casi más de un año de iniciado el juicio contra el contrabando de recién nacidos en la dictadura argentina, por fin tenemos una sentencia y una condena final para los artífices de semejante atrocidad. Creo que este es otro excelente ejemplo de madurez democrática y social que brinda al mundo la argentina en este aspecto clave para el manejo de su propia historia. Sin lugar a duda la Argentina, con todos sus torbellinos sociales e institucionales, no resulta un modelo a seguir en muchos aspectos de su funcionamiento. Las grandes desigualdades sociales, el populismo cíclico que afecta a su desarrollo político, los altos niveles de corrupción internos, y la falta de un modelo económico solido que garantice la explotación de sus bastos recursos naturales son, sin duda, las principales causas de su lento y errático desarrollo. Pero de entre todo este cuadro de contradicciones surgen acciones y actitudes democráticas que resultan dignas de resaltar y envidiar por el resto de países. La historia mundial nos ha demostrado que en todas sus épocas el hombre ha convivido entre las luces y sombras de sus propias atrocidades. A lo largo de esa convivencia, poco a poco se han ido implementado diferentes sistemas, o regímenes que fomenten el tratamiento de esas atrocidades.
Nuevamente con luces y sombras, muchos se han configurado para intentar ocultar y olvidar estas atrocidades, mientras que otros lo que intentan es intentar evaluarlas, condenarlas y por sobretodo recordarlas para no volver a cometerlas. El triunfo del sistema democrático como base para las construcciones de naciones “igualitarias” y “justas”, a priori podrían entenderse como el triunfo del sistema que permite evaluar, condenar y recordar los errores cometidos por sus propios ciudadanos. Desgraciadamente, el triunfo del sistema por si solo no basta para que estos simples pasos se cumplan. Hoy por hoy muchas grandes y poderosas naciones tienen guardadas muertes y atrocidades históricas en sus cajones, y de una forma u otra manipulan el sistema democrático para evitar sacar a la luz estos puntos oscuros y que la justicia del propio sistema actué sobre ellos. Bajo el velo del silencio y la ignorancia, como principales justificantes para evitar traumas sociales, se han ocultado infinidad de atrocidades mundiales que sin duda deberían haber sido juzgadas y condenadas para sentar referencias a futuras generaciones. En este punto, las propias sociedades también resultan cómplices de esta consiente ignorancia. En este sentido es donde a mi me gustaría destacar la actitud de la sociedad argentina y la forma en que históricamente ha tenido de manejar las injusticias de su propia historia.
Como en todo, esta actuación no siempre ha sido perfecta y podríamos enumerar gran cantidad de errores que esta misma sociedad (como conjunto) ha cometido. Pero sin duda, en el tratamiento de lo que los regímenes dictatoriales han simbolizado para todas las sociedades de los 70`s y 80`s, la sociedad argentina nunca se ha dado por vencida en su búsqueda y reclamo de justicia por las atrocidades vividas en esos años. Quitando de en medio motivaciones políticas e ideológicas, la Argentina siempre se ha mantenido muy combativa antes las injusticias vividas por los regímenes militares que gobernaron el país en diferentes periodos del siglo XX. Incluso con la democracia ya instaurada, y aun a riesgo de volver a generar inestabilidades en el país, la sociedad no dejo de reclamar por procesos judiciales que abordaran temas tan sensibles como los desaparecidos o el tráfico de recién nacidos. Por esta razón creo que la sentencia dictada hoy para los responsables de las brutalidades llevadas a cabo por los regímenes, es un triunfo histórico de una sociedad que no ha dejado que la facilidad del olvido y los intereses personales eviten que las injusticias sean tratadas y los culpables condenados. Caer en el desengaño del silencio y la ocultación como mecanismos de contención y control social, es un fallo que una buena democracia no debería cometer nunca. Espero que, como dije antes, mas allá de los errores y fallos que Argentina pueda cometer o haber cometido en otros ámbitos, este tipo fallos sean ejemplo a nivel internacional. La justicia del modelo democrático tiene capacidades mas probadas para llevar a cabo proceso donde evaluar y condenar las brutalidades mas oscuras que un país pueda tener en su historia. El olvido nunca podrá evitar que se comentan los mismos errores. En cambio hacerla publica la historia, y demostrar que el sistema es capaz de tratarla y condenarla dentro de las normas aceptadas por la sociedad es un ejemplo de conciencia y civismo social impresionante. Thumbs Up de mi parte para todos los miembros de la justicia argentina que se han involucrado en esta causa. Felicitaciones por los resultados obtenidos, y ojala que nuestra memoria histórica siga siempre viva, y que no se dejen de perseguir y condenar injusticias que por supuesto no deben ser sufridas NUNCA MAS.

